Lo que la verdad de la atención al cliente esconde

Lo que la verdad de la atención al cliente esconde

25/08/2015 Desactivado Por 49K Noticias

Hoy toca desahogarme por temas laborales. Sí, hay días que una dejaría de tener educación para pasar a ser una fiera de la mala leche profesional y parecer la niña del exorcista. Vamos, si tuviera potestad, a más de uno le mandaría a las sentencias de Pilatos.

Parte de mi trabajo es lidiar entre cliente y atención al cliente. Telita. ¿Has oído eso de que el cliente tiene siempre la razón? Pues que sepas que es la mayor mentira del universo. Tanto o más mentira como que a las mujeres no nos pasa nada cuando nos preguntan.

Los clientes no tienen la razón en la gran mayoría de los casos. Las cosas se solucionan realmente porque quien encuentran quiere hacer su trabajo, no por no oirles. Esa es la realidad.

Es verdad que muchos acuden a descargar su ira a las redes sociales porque el listillo de turno, que como le pillemos los que a esto nos dedicamos le vamos a hacer un blanqueamiento de los que se llevan hoy en día y se gestionan en Miami, le ha dicho que es el sitio donde más caso te hacen.

Otra mentira. Si en redes se agiliza todo es porque llegas y das con alguien majo al otro lado. Punto.

Como ese alguien no sea majo, te van a dar por saco exactamente igual que en el mail o en el teléfono. Si tienes razón, te aseguro que te tratarán bien y te darán respuesta rápido. Sino, demorarán lo más posible no mandarte a la mierda. Textual.

Deberían dar un curso en el colegio de cómo leer entrelíneas cuando te mandan a paseo, porque la gente no se da por aludida.

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Hay tres tipos de clientes para fumigar.

Los que se creen que son los más importantes del mundo – ojo, suelen ser los que han revisado toda la red para ahorrarse dos míseros euros – y parece que no tienen nada mejor que hacer que decir la última palabra. Estos son los más cansinos y los peores para los que gestionan redes sociales, porque como buen trabajador, das respuesta a cada una de sus solicitudes aunque en realidad querrías decirle…»que sepas que contesto porque tengo que hacerlo, pero que esto más que solucionar, acabará ralentizándote y te acabaré echando una maldición gitana que te vas a cagar pata abajo durante tus vacaciones…eso pa que disfrutes». Estos se creen que son el cliente estrella, que si se fueran a la competencia – dios lo quiera – arruinarían una empresa. ¿En serio? Ja.

Luego está el cliente ignorante. Este es el más peligroso. Se cree que sabe algo y no tiene ni idea de nada. Tanto es así que cuando le pides algo, acaba mandándote su ubicación. Que te quedas con cara de «este tío es gilipollas. A mí que me importa dónde esté». Son los más peligrosos porque son los que provocan que más veces cuentes hasta 1000, con el consiguiente peligro de decirle «tu naciste humano porque no fuiste capaz de nacer jarrón» en vez de «no se preocupe que en cuanto sepa algo le contactaré».

Finalmente, y este es mi favorito, es el lastimero. Invocan hasta a sus antepasados para dar pena si hace falta. Son los de «son mis ahorros de un año y me quedé sin ellos» o «con el esfuerzo del trabajo de mi madre». Tremendos. A estos yo les mandaba un kléenex y una reserva en una habitación acolchada. ¿En serio crees que por dar pena voy a mover un dedo?

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Mención aparte son los que se autodenominan influencers. Esos son para directamente exterminarles y que acaben siendo erradicados de la faz de la tierra. Qué pena que sólo te llamen por interés. Piénsalo.

El problema de esto es que quien está al otro lado del teclado, quiere hacer su trabajo bien y lo hace. Por eso te lo soluciona. No porque montes el pollo. No porque des por culo hablando en plata. No. Las cosas, si han de solucionarse, se hacen porque somos profesionales. Si quisiéramos, dejaríamos de contestarte y te daría igual seguir montando el pollo, que ni cristo te lo solucionaría. Es así. Asúmelo. Tenemos el poder de que tu incidencia sea la primera o la última en resolverse. Tú sabrás lo que prefieres.

Consejo: ve con educación, con tranquilidad y verás cómo somos de majos. Sacarás lo mejor de nosotros mismos. Palabrita de rubia.